LIMPIAR PINCÉLES

Año
2016-2020

Durante mis años de formación en arteterapia y proceso corporal integrativo, creé muchas obras con el propósito de redefinir las fronteras de lo que yo mismo entendía por arte y sus funciones transformadoras.

Joshep Zynker dice que cuando no hay ánimo para pintar un cuadro, uno limpia los pinceles.

Ven, cariño. He roto un plato. Mírame.

Ven cariño. Quiero romper otro. Y que me mires.

Aún no puedo explicártelo.

Pero estoy rompiendo mi jaula.

Hay 100 manzanas pudriéndose en mi jardín. Las saco al monte y a cada una le voy buscando un lugar para pudrirse. Cuando la tengo en la mano escucho:

Lanza / Entierra

Rompe / Esconde

Y yo voy haciendo

A veces elijo no escuchar o llevar la contraria, otras veces sirvo a lo que escucho.

Mi corazón está pleno

Pleno de juego.

Estoy en Lisboa, con Cela y con Fer y con Iris. Estamos en el salón del Air B&B, dispersados por la habitación. Estoy arrancando hojas de un cuaderno, de una guía cultural de Lisboa y estoy pintando cualquier cosa sobre las páginas con ceras Manleys. Me hace muy feliz pintar delante de mis amigos. Le quita una magia que me sobra. Lo hace natural y sencillo. Todo lo que me sale son monstruos, monstruos de colores, bailando.

Pinto una placa tectónica abierta por la mirad, con gran furia, con dulces pasteles

La miro y la veo tan antigua

En cambio los restos tras la pelea, sin sentido, sin intención que nacen sobre la mesa

Esos son los nuevos

Camino en la nieve.

Me dejo caer.

Me veo en la nieve,

congelado en la caída.

Ojitos de miedo

tetitas de fresa

vives todo el tiempo

en el día más claro

y la noche más violenta.

MIEDOS INFANTILES

El cadáver frío de mi bisabuela

Las jeringuillas en el suelo y el universo de las Tortugas Ninja

Baltasar blanco pintado de negro

Un día que mi padre me levantó en medio de la noche, con la cara pintada llena de óleos y me dijo “venga, vamos a bailar”

Mi tía abuela Maruja “la monja”, fue misionera en la Argentina y el Brasil. Pasaba los veranos con nosotros en Viveiro. A mis primos y a mi nos pegaba duchas frías, nos rebozaba en la orilla del mar todo el cuerpo con arena hablando de sus propiedades curativas. Frotaba la arena rascando nuestra piel y reía muy sádica. Reía ella sola.

Mi madre la disculpaba diciendo que Maruja estaba acostumbrada a tratar con niños de la jungla y que en la jungla todo era más duro.

Crecí creyendo que lejos del nido todo iba a ser puro frío, puro dolor.

Aún lo creo, a veces.

Me encantaba Superman. Mi abuela me decía “Cuidado con Superman, muchos niños en América por querer imitarle se tiraron por la ventana, creyendo volar y se aplastaron contra el suelo”. Yo, en secreto, creía que si me tiraba por la ventana con una fuerte voluntad de volar, volaría. Aún lo creo.

Los gatos oligofrénicos que pintaba mi tía Teresa. Me ponía delante de ellos y me decía “mira, te pongas donde te pongas siempre te están mirando”. Y yo quería ser mirado. Y a la vez me moría de miedo. Aún me pasa..

Mi tío me puso “Pink Famingos”. En una fiesta al final de la peli, un hombre separaba sus nalgas y abría y cerraba el ano. Su ano parecía un gusano terrible. Pensé que dentro de mi ocurrían cosas terribles que escapaban a mi control. Fenómenos orgánicos que parecían imprevisibles alienígenas. A veces aún me pasa.

La berruga con pelo de mi tía abuela Carmiña. Verla comer sopa.

Los turistas se sacan fotos frente a lugares por los que he andado un millón de veces.

Primero lo miro con cinismo y luego decido jugar.

¿Cómo se siente uno como turista en su propia ciudad?

Me entra libertad y risa.

Yo nunca había pintado borracho. Mi padre solo pintaba cuando estaba borracho. Yo lo odiaba y me fascinaba. Me daba miedo por que se ponía muy intenso conmigo,  y a la vez muy espontáneo con la pintura y eso me fascinaba.

Hoy he discutido mucho con Cela, ella levantó su muro infranqueable y se fue a la cama y yo me quedé en el salón queríendo romperlo todo. Queriendo romperme a mi. Me bebí dos tragos muy largos de licor y me sentí embriagado al instante. No sentía eso desde que era un adolescente, la borrachera rápida. Y me puse a pintar. Ella bajó y me acrició el pelo, y yo me sentí dulce y tierno.

En el cuadro hay un gran pene, azul, dos soles y muchos pájaros.

Pinto con amor al caballo que me habló en 2007 y me dijo que fuese descalzo. Era una yegua. Tenía un arnés con la bandera española y los ojos llenos de moscas. Moscas en los ojos y banderas, todas las que yo también tenía.

Dibujo santos para mi amigo Javi. Me permito pintarlos en 5 minutos. Sin pensarlos, mi espontaneidad es sagrada.

Respeto mi violencia.

Me imagino saltando sobre un herbívoro y mordiendo su carne, como un profundo acto de amor. Me excito, con el pene duro, mientras le doy muerte. Veo mi pureza.

Me imagino siendo el herbívoro. Siendo mordido y abierto y lubricado a la muerte. Y me excito, mientras me dan muerte.

Puro.

Ahora a la mínima estoy desenfundando los colores.  

A veces siento que soy como el campo que en primavera saca todo. Luego también pienso si eso que saco no será ya un tic o un escudo.

A veces pienso que los pensamientos censores lo son. Pues habrá veces que será una cosa y otras veces otra.

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